Pero nosotros debemos dar siempre
gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios
os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación
por el Espíritu y la fe en la verdad, 14 a lo cual
os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor
Jesucristo.
2 Tesalonicenses 2:13-14
Como ya dijimos, el hombre está
condenado a la muerte eterna debido al pecado propio y el heredado de Adán. Debido
a esta naturaleza él no puede hacer nada que sea agradable a Dios. El viernes
hablamos de la Elección incondicional de Dios, es decir, que de todo el grupo
de hombres Dios elige a algunos para salvación y elige que otros sean
condenados para muerte eterna. La Expiación Limitada, de la cual hablamos ayer,
no habla del propósito y el alcance del sacrificio de Jesús. Pero esta elección
de Dios Padre y el acto redentivo de su Hijo no culminan ahí sino que llegan al
hombre por medio del Espíritu Santo.
Esta doctrina nos habla de la obra
regenerativa que obra el Espíritu Santo en el corazón de aquellos que el Padre
eligió y por los cuales Jesús murió.
La doctrina del Llamamiento Eficaz
también es llamada Gracia Irresistible. La Confesión de Fe de Westminster dice:
I. A todos aquellos a quienes Dios ha
predestinado para vida, y solamente a ellos, le agradó en su tiempo señalado y
aceptado, llamarlos eficazmente, por medio de su Palabra y Espíritu, de aquél
estado de pecado y muerte en el que están por naturaleza, al estado de gracia
salvación por medio de Jesucristo; iluminando sus mentes espiritual y
salvíficamente para entender las cosas de Dios; quitándoles su corazón de
piedra y dándoles uno de carne; renovando sus voluntades, y determinándoles a
hacer lo que es bueno por su poder todopoderoso y acercándoles eficazmente
hacia Jesucristo; pero de tal manera que vienen muy libremente, pues, por la
gracia de Dios están en la disposición de hacer lo bueno.
II. Este llamamiento eficaz proviene
únicamente de la libre y especial gracia de Dios, no por cosa alguna
previamente vista en el ser humano, el cual es totalmente pasivo en ello, hasta
que siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santo, la persona es por ese
medio capacitada para responder a este llamamiento y para adoptar la gracia
ofrecida y trasmitida en él[1].
En otras palabras, esta doctrina afirma
que el Espíritu Santo nunca falla en traer salvación a aquellos pecadores que
Él personalmente llama a Cristo. Él aplica inevitablemente la salvación a todo
pecador que Él tuvo la intención de salvar.
Ya que el llamamiento eficaz es un
llamado cuyo resultado está garantizado, el no es una “invitación” que el
elegido puede aceptar o rechazar. Al llamar a sus elegidos, Dios no sólo los
convida a hacer algo sino que Él hace algo en ellos. Sinclair Ferguson
escribió: “Aquel que los llama crea en ellos la capacidad para responder, de
forma que en el mismo acto de llamar Él los trae a una nueva vida[2].”
Los cristianos sabemos que los méritos
de la obediencia y el sufrimiento de Cristo son suficientes, adecuados y
ofrecidos gratuitamente a los hombres. Pero surge la pregunta ¿por qué unos se
salvan y otros se pierden? ¿por qué unos se arrepienten de sus pecados y otros
no? Los calvinistas sostenemos que es Dios quien causa esta diferencia, Él
persuade eficazmente a unos a venir a él[3].
El capítulo tres del evangelio de Juan
nos presenta a un fariseo que se presenta delante de Jesús. Jesús explica a
este hombre que para llegar al cielo es necesario nacer de nuevo. ¿Por qué es
necesario nacer de nuevo?
Como ya lo expuse el jueves, el hombre
está muerto debido al pecado. Esa muerte significa que está en un estado de
total alejamiento de Dios pero los cristianos hemos muerto a ese pecado en
Cristo (Rom.6.11) y hemos sido vivificados por el lavamiento de la regeneración
que fue derramada por Jesucristo (Tit.3.5).
La regeneración es un llamado de las
tinieblas a la luz admirable de Dios (1 Pe.2.9), un paso de muerte a vida
(Jn.5.24), un nuevo nacimiento (Jn.3.3), un cambio de corazón (Eze.11.19).
El hombre es totalmente pasivo en su
regeneración. Hodge dijo “El alma es el sujeto y no el agente del cambio, pero
el cambio mismo es algo que se experimenta, y no algo que se hace.” El Espíritu
Santo es el autor de este nuevo nacimiento y la Palabra de Dios es su
herramienta. A Dios le plugo elegir la predicación como el método por el cual
Él añadiría a su iglesia a los que han de ser salvos.
En varias partes de la Escritura se
entiende que el evangelio origina vida. Así en 2 Tim.1.10 Pablo dice que Jesús
“quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad” por medio del
evangelio. Filipenses 2.16 llama al evangelio “Palabra de vida”.
Cuando después de haber resucitado
Jesús comisiona a sus discípulos les dice: “Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el
que no creyere, será condenado” (Mr. 16:15-16). En este texto encontramos un
orden para predicar, también entendemos que para que alguien pueda creer es
necesario que alguien le predique. También dice que no todos creerán, quienes
no crean serán condenados.
En teología se reconocen dos tipos de
llamado. En llamamiento externo es el que hacemos cada vez que predicamos el
evangelio a alguien (en este sentido todos son llamados) pero los únicos que
pueden escuchar este llamado externo son aquellos que han sido llamados
internamente por el Espíritu Santo.
El llamado externo es producido por los
seres humanos pero el llamado interno es una obra solamente de Dios y que
ocurre solamente en los elegidos. Aunque el llamado externo del evangelio pueda
ser rechazado, el llamamiento interno y especial del Espíritu nunca deja de
producir la conversión de aquellos a quien es hecho. Ese llamamiento no es
hecho a todos los pecadores sino que es extendida sólo a los elegidos. El
Espíritu no depende en ninguna manera de la ayuda o cooperación del pecador
para tener éxito en su tarea de traerlo a Cristo. Es por esto que llamamos a
este llamamiento del Espíritu y de la gracia de Dios de eficaz e irresistible.
Como en todas las doctrinas expuestas
anteriormente, la doctrina del Llamamiento Eficaz del Espíritu Santo pone toda
la gloria en Dios y expone nuestra total incapacidad de agradar a Dios. Es una
doctrina de la gracia porque la regeneración es parte del don inmerecido que
recibimos de manos de Dios.
Oswald Chambers decía: “No me salvo al
creer: Me doy cuenta que me salvo al creer; no es el arrepentimiento lo que me
salva: el arrepentimiento es la señal que me muestra que me doy cuenta de lo
que Dios ha hecho en Cristo Jesús.”
Que Dios nos pueda ayudar cada día a
reconocer que Él es el autor de la salvación, que nosotros no fuimos llamados
porque fuéramos buenos y que la predicación del evangelio sea una costumbre en
nuestras vidas para que así seamos herramientas en las manos de Dios.
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