Y él os dio vida a vosotros, cuando
estabais muertos en vuestros delitos y pecados.
Efesios 2.1
Juan Calvino dice “Casi toda la suma de
nuestra sabiduría, que de veras se deba tener por verdadera y sólida sabiduría,
consiste en dos puntos: a saber, en el conocimiento que el hombre debe tener de
Dios, y en el conocimiento que debe tener de sí mismo… reconocemos que en
ninguna otra parte, sino en Dios, hay verdadera sabiduría… Es cosa evidente que
el hombre nunca jamás llega al conocimiento de sí mismo, si primero no
contempla el rostro de Dios y, después de haberlo contemplado, desciende a
considerarse a sí mismo[1]“
Desprendemos de la lectura del párrafo
anterior que el hombre no puede conocerse a sí mismo si no es por medio de las
expresiones que Dios hace acerca de él. Como Dios es la única fuente de verdad
todo lo que él dice acerca del hombre es lo correcto.
Nuestra sociedad tiene una visión del
hombre que está basada en lo que el hombre dice de sí mismo. En cuanto a la
moral se dice que el hombre nace neutral, es decir, que no es bueno ni malo. Su
moral en la adultez va a depender del ambiente en el cual viva. Si vemos
cualquier teoría psicológica nos daremos cuenta que la causa de todo lo que el
hombre hace está en su exterior y no en el hombre mismo.
A pesar de la visión que el hombre
tiene, la Palabra de Dios nos habla de cómo concebido en pecado, necio,
idólatra, muerto, injusto, menospreciadores, limpios en nuestra propia opinión,
etc.
La doctrina de la Depravación Total,
también llamada Inhabilidad Total, dice que “el hombre natural [el que no ha
sido regenerado por el Espíritu Santo] nunca puede hacer ningún bien que sea
fundamentalmente agradable a Dios, y, de hecho, hace siempre el mal[2]“.
La Confesión de Fe de Westminster nos
habla de esta doctrina, dice “El hombre, mediante su caída en el estado de
pecado, ha perdido totalmente toda capacidad para querer algún bien espiritual
que acompañe a la salvación; de tal manera que, un hombre natural, siendo
completamente opuesto a aquel bien, y estando muerto en pecado, es incapaz de
convertirse, o prepararse para ello, por su propia fuerza[3]“.
El relato de la creación dice que Dios
creó al hombre en el sexto día. Génesis 1:31 dice “Y vio Dios todo lo que había
hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el
día sexto.” Es en esta condición (bueno) que Dios hace un pacto con el hombre,
un pacto que es probatorio para el hombre. Adán es el hombre que representó a
toda la humanidad, todos nosotros hubiéramos hecho lo mismo que Adán si
hubiésemos estado en su situación.
Este pacto se relaciona, en general,
con las responsabilidades más amplias del hombre para con su Creador como el
descansar el sábado, cumplir con la ordenación del matrimonio y del matrimonio.
Pero también hay una responsabilidad más específica del hombre al momento de
prueba o test instituido por Dios y esta puede ser leída en Génesis 2.16-17[4].
La prueba a la que fueron sometidos
Adán y Eva demandaba obediencia total, la no observancia de esta regla llevaba
un castigo: La muerte espiritual. Como todos sabemos nuestros padres no
pudieron cumplir con lo exigido por Dios y su caída trajo consecuencias para
toda la humanidad.
Pablo expone en Romanos 5:18-19 “Así
que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres,
de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de
un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”
Por la caída de Adán toda la humanidad
fue constituida pecadora y está “destituida de la gloria de Dios[5]“.
Romanos 6:23 nos enseña que “la paga del pecado es muerte”, esta muerte incluye
todas las malas consecuencias que han sobrevenido al hombre después de la
caída.
Además de la imputación del pecado
original en nosotros la caída hizo que el hombre, en todas sus partes, sufriera
sus efectos. Su físico, voluntad, inteligencia, etc. están corrompidos por
causa de la caída de Adán.
Esto no significa que el hombre, aunque
quiera, no puede acercase a Dios sino que el hombre nunca quiere hacer la
voluntad de Dios ya que no está en su voluntad hacerlo. Dios nunca hace que
hombre haga que él no quiera hacer. Su voluntad está inclinada contra Dios de forma
permanente, y de manera instintiva y voluntaria se torna hacia el mal. Nace
enajenado de Dios y peca por elección. Su inhabilidad no consiste en la
inhabilidad de ejercer su voluntad libremente sino a la inhabilidad de querer
ejercer voliciones santas[6].
En este sentido podemos decir que el
hombre perdió el libre albedrío en Adán. Ahora él ya no puede elegir seguir el
camino de Dios, no puede amar a Dios ni hacer nada agradable a Él debido a su
naturaleza pecaminosa. El hombre no perdió su libertad sino que perdió su
capacidad de hacer lo bueno.
En cuanto al intelecto del ser humano
Pablo nos dice que los hombres se hicieron necios, aunque la palabra original
se traduce mejor como tontos o estúpidos, nos dice que sus razonamientos se
envanecieron. Esto niega totalmente una salvación que pueda llegar por medio de
las capacidades o decisiones del hombre por sí mismo.
Debido a esta depravación humana y a la
incapacidad del hombre de desear hacer lo bueno es necesario hablar de las
buenas acciones que pueden realizar los hombres impíos. La doctrina de la
Depravación no dice que el hombre haga lo más malo posible si así fuera el
mundo no habría pasado más de un día después de la caída.
Aparte de la gracia especial, que
produce salvación, también Dios obra una gracia común que permite que los
impíos puedan ser buenos ciudadanos, que no sean delincuentes, asesinos, etc.,
que puedan hacer donaciones a instituciones de caridad sin embargo ninguna de
estas obras son agradables a Dios ya que no nacen de un corazón que quiera
agradarle. Como tampoco le agradan las acciones de quienes intentan agradarle
por medio de cosas que Él no ha ordenado.
- 1 Corintios 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de
Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente.
- Génesis 2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque
el día que de él comieres, ciertamente morirás.
- Romanos 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron.
- 2 Corintios 1:9 Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;
- Efesios 2:1-3 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros
delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en
otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de
la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de
desobediencia, 3 entre los cuales también todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo
la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás.
- Efesios 2:12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de
Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el
mundo.
- Jeremías 13:23 ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también,
¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?
- Salmos 51:5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi
madre.
- Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
- Romanos 3:10-12 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11No
hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. 12 Todos
se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no
hay ni siquiera uno.
- Job 14:4 ¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie.
En esta exposición hemos hablado acerca
de lo Dios nos dice acerca de nosotros. Hemos hablado de la causa de esta
situación y de los efectos y alcances de la caída.
Cuando los cristianos nos damos cuenta
de nuestra situación podemos sacar tres lecciones:
1.- Humillarnos delante de un Dios
Santo.
Cuando reconocemos la gran diferencia
que hay entre Dios y nosotros, sus criaturas caídas, no podemos decir que hay
algo bueno en nosotros por el que nos merezcamos sus bendiciones sino que
reconocer que somos pecadores y ver el gran amor que Dios tuvo de nosotros al
hacernos venir a Él por pura gracia.
2.- Reconocer que si podemos pedir a
Dios que nos limpie es sólo porque Él ha puesto en nosotros el querer y el
hacer (Fil. 2.13).
Nuestro amor por Dios es posible sólo
porque Él nos amo primero y cambió nuestro corazón de piedra por un corazón
blando que fuera receptivo a su Palabra.
Juan
Calvino. Institución de la religión Cristiana. Felire Rijisk 1967.Pag3
Palmer,
Edwinh Doctrinas claves. El estandarte de la verdad. Edinburgh 1976. Pag 18 Ramirez Alonso. (Traductor)
confesión de Fe de Wstminster. Ed Clie. Lima 1999. CAP IX, SEC III. Pag. )!
[4] Y
mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de
él comieres, ciertamente morirás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario