Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.
Efesios 1:3-4
La doctrina de la elección
incondicional es la aplicación de la predestinación en cuanto se relaciona con
la salvación de los hombres. La Biblia, y la fe reformada, afirma la existencia
de un decreto de Dios eterno que se realiza debido a la voluntad de Dios sin
variación y es independiente del obrar humano. Es por este decreto que Dios
separa a la humanidad en dos grupos y ordena a uno a vida eterna y a otro a
muerte eterna.
El tercer capítulo de la Confesión de
Fe de Westminster habla de este decreto eterno de Dios, en las secciones 3 al 6
dice:
III. Por el decreto de Dios y para la
manifestación de su gloria, algunos seres humanos y ángeles son predestinados y
preordenados para vida eterna, y otros preordenados para muerte eterna.
IV. Estos ángeles y también los seres
humanos, así predestinados, y preordenados, están particular e inmutablemente
designados, y su número es tan cierto y definido, que no se puede aumentar ni
disminuir.
V. A aquellos de la humanidad que están
predestinados para vida, Dios, según su eterno e inmutable propósito, y el
consejo secreto y beneplácito de su voluntad, los ha escogido en Cristo para
gloria eterna, antes que fueran puestos los fundamentos del mundo, por su pura
y libre gracia y amor, sin la previsión de la fe o buenas obras, o la
perseverancia en ninguna de ellas, o de cualquier otra cosa que haya en las
criaturas, como condiciones o causas que le muevan a ello, y todo para la
alabanza de su gloriosa gracia.
VI. Puesto que Dios ha designado a los
elegidos para gloria, así también, por el eterno y más libre propósito de su
voluntad, ha ordenado todos los medios para ello. Por lo tanto, los que son
elegidos, estando caídos en Adán, son redimidos por Cristo, son eficazmente
llamados a la fe en Cristo por su Espíritu que obra a su debido tiempo, son
justificados, adoptados, santificados y por su poder son guardados para
salvación por medio dela fe. Ni hay otros que sean redimidos por Cristo,
eficazmente llamados, justificados, adoptados, santificados, y salvados, sino
solamente los elegidos.
VII. Al resto de la humanidad, agradó a
Dios pasarla por alto y destinarla para deshonra e ira por su pecado, según el
inescrutable consejo de su propia voluntad, por la cual extiende o retiene
misericordia como a El le place para la gloria de su poder soberano sobre las
criaturas, para la alabanza de su gloriosa justicia.
Quizás muchos, al escuchar las palabras
leídas recién, pueden pensar en que Dios es injusto. Pueden tener en sus mentes
la idea de los hombres pidiendo a Dios que los elija y Dios escogiendo de entre
ellos sólo a algunos y a los otros dejándolos a pesar de sus deseos. Pero ayer
pudimos observar la enseñanza bíblica del hombre y reconocemos que no hay
nadie, en su condición natural, que quiera ser elegido por Dios para salvación.
Sólo puede parecer injusto si el hombre
tiene estima de sí mismo que la que debe tener. Debemos recordar que el hombre
sólo merece la ira de Dios ya que Dios odia el pecado.
El ejemplo más clásico de las Escrituras
sobre esta enseñanza puede ser encontrado en Romanos 9:10-13 que dice: Y no
sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre 11(pues
no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito
de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que
llama), 12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 13Como
está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
Jacob y Esaú aún no nacían como para
hacer algo que, para el hombre, mereciera condena. Ambos fueron concebidos de
igual manera y podríamos decir que serían criados de igual manera sin embargo
Dios eligió salvar a uno y dejar al otro a su destino natural. El objeto de
esta discriminación es que el propósito de Dios conforme a la elección
permaneciese y el motivo es sólo la voluntad de Dios. Dios dice a Moisés en
Éxodo 33:19 “tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente
para con el que seré clemente.” No hay nada que se pueda merecer la
misericordia de Dios.
Siguiendo en el capítulo nueve de
Romanos. Pablo afirma en los versículos 20 al 24 que Dios tiene poder, potestad
para hacer lo que Él quiera con su creación[1].
Dios tiene el derecho de elegir a Jacob para salvación y a Esaú para
condenación como lo tiene para hacerlo con todo el mundo.
Aparte del texto de Romanos 9 podemos
encontrar otras porciones del texto bíblico que afirman esta doctrina.
Efesios 1:4-5 dice: “según
nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados
hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.” El
apóstol nos habla de la elección de los creyentes, nos dice que esta ocurrió
antes de que cualquiera de nosotros pudiera cumplir con cualquier condición y
confirma esto al decir que el motivo de la elección fue sólo Su voluntad.
Romanos 8.29-30 nos muestra lo que
Benjamín Warfield denomina “los cinco eslabones dorados.” El texto dice:
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a
éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
Estos cinco eslabones son: Conoció,
Predestinó, Llamó, Justificó y Glorificó. Estas cinco palabras están escrito en
la forma verbal llamada aoristo que es un tipo de pasado perfecto, asegura la
ocurrencia de un hecho. Usted y yo tenemos seguridad de que seremos
glorificados después de la venida del Señor y esto comienza en la elección de
Dios antes que nosotros naciéramos.
La enseñanza paulina es lo
suficientemente clara para quedar conformes aún si no hubieran más versículos
que hablaran de la elección pero esta doctrina se puede encontrar en toda la
Biblia. Jesús dijo “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a
vosotros” (Jn. 15.16) enseñando que la elección corresponde a Dios, sólo
después de eso nosotros podemos tener la habilidad para escoger el amar a Dios.
En el Antiguo Testamento también
encontramos la Elección. El Salmo 65.4 dice: “Bienaventurado el que tú
escogieres y atrajeres a ti, Para que habite en tus atrios” y en 1 Reyes 19.18
“Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante
Baal, y cuyas bocas no lo besaron.” Dios eligió para Sí un grupo de siete mil
hombres fieles para preservar un remanente; estos hombres no se mantuvieron
fieles debido a los fuerzas sino que es Dios quien los mantuvo en esa
condición. Él los eligió de entre un grupo y los trató de una forma especial.
La doctrina es rechazada por muchos
debido a la misma naturaleza humana que no quiere humillarse y prefiere pensar
que en ellos hay méritos para poder obtener salvación.
Quizás una objeción más seria es la
presentada por quienes dicen que si hay condiciones para la elección de Dios.
Ellos dicen que Dios elige a quienes vio que creerían en Él, este argumento es
llamado de presciencia. Las condiciones necesarias para poder ser elegido
serían, entonces, la fe y el arrepentimiento.
Pero la Biblia responde a esto diciendo
que tanto la fe como el arrepentimiento son dones de Dios obrados en los que Él
ya eligió como sus hijos. Efesios 2.8 dice “Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” Aquí la fe es
usada como una causa instrumental: a través de la fe somos salvos pero nunca es
tratada como una causa meritoria. La fe es un regalo de Dios y no un producto
de nuestra capacidad.
Acerca de esto Agustín dice “los
elegidos de Dios son escogidos por él para ser sus hijos, a fin de hacerles
creyentes, y no porque vio de antemano que ellos iban a creer[2]“
Comentando el Salmo28.8 Calvino dijo
“La fuente de donde nos llegan todas las bendiciones que Dios nos concede
consiste en que Él nos escogió en Cristo.[3]“
Nuestro Dios y Padre debe ser
glorificado y debemos estar totalmente agradecidos debido a su obrar en
nosotros. Como dijo Calvino la elección que Dios hizo por nosotros es la fuente
de donde vienen todas las bendiciones, todas las cosas que tenemos en la vida
son un regalo de Dios.
Él nos escogió para Él y nos separó
para adoptarnos y hacernos sus hijos. “Porque de él, y por él, y para él, son
todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Romanos 11:36)
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